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jueves, 20 de abril de 2017

Semana Santa en Portugal (y II)


En la primera parte del post explicaba la ruta que seguimos en los tres días que hemos pasado en Portugal y algunos de los lugares que visitamos, y en esta parte quiero expresar mi opinión sobre las cosas que he visto estos días por allí y que me han llamado la atención, algunas que ya sabía de antes, y otras que he descubierto en esta ocasión.

Lo primero que llama la atención nada mas entrar en el país es la tranquilidad que hay en todos sitios. La gente va a menos revoluciones, es todo mas calmado. En cierto modo, me recuerda bastante a Canarias.

Lo primero que te encuentras nada mas adentrarte unos pocos kilómetros es el sistema de impuestos para la circulación por carretera que han establecido para los turistas. En una especie de puesto de peaje para extranjeros, te piden una tarjeta de crédito que queda asociada a la matrícula del vehículo donde viajas, y si decides utilizar determinadas vías rápidas parecidas a las autovías, el coste de la circulación por las mismas se cargará en tu tarjeta. En cada tramo te van informando del coste de la circulación por el mismo. Los tramos que nosotros pasamos tenían un coste de entre 50 céntimos y 1,50 €. Unas cámaras instaladas en pórticos detectan y leen tu matrícula al pasar bajo ellos y así te van cargando las cantidades correspondientes. Eso si, también hay que decir que las carreteras están en bastante buen estado.

Sistema de cámaras que controla los vehículos extranjeros
Otra cosa curiosa es el precio de la gasolina, que si en España ya es excesivo, en Portugal se dispara. Como mínimo, el precio del litro está, como mínimo, 20 céntimos por encima del nuestro, y en los casos mas extremos llegamos a ver diferencias de hasta 35 céntimos, Lo cierto es que es una burrada, pero es lo que hay.

Ya que hablo de precios, diré que en Portugal pasa algo curioso con los precios. Generalmente, comer en restaurantes, desayunar en alguna cafetería o tomar una cerveza en un bar es, con diferencia, mucho mas barato que en España, mientras que la compra en el súper es bastante mas cara. Por ejemplo, una botella de medio litro de coca cola comprada en una gran superficie es casi 30 céntimos más cara, y así con la mayoría de los productos. Sin embargo, en una cafetería pides cuatro cafés, un colacao, dos pasteles y un croissant  y nos cobraron 5,85€, casi la mitad de lo habitual en España. Y a la hora de comer, la diferencia es bastante significativa.


Los campings son también muy baratos. Los que miramos, que fueron varios, costaban de media, la mitad que cualquiera en España. Ahora bien, también hay que decir que los servicios son un poco escasos, por lo menos en el que estuvimos nosotros: la cafetería parecía una sala de usos múltiples, los baños no eran una maravilla, pero eso si, muy limpios. Tampoco vimos ningún supermercado...

A tener en cuenta también son los horarios de los portugueses, muy distintos a los nuestros. La mayoría de los comercios cierran de 12 a 2 de la tarde para el almuerzo, y por la noche también suelen cerrar temprano. De hecho, a partir de las 9 de la noche las calles suelen quedar desiertas. Estos horarios no afectan a los que vamos de España cuando llega la hora de comer o cenar, ya que aunque nuestros horarios no coinciden, al ser su turismo mayoritariamente español, se han adaptado y no suele haber problemas para encontrar donde comer/cenar.

Otra curiosidad es la cantidad de pastelerías que hay en todos sitios, a veces 3 o 4 en un radio de 50 metros. Los portugueses, según parece, son muy aficionados a los pasteles, tartas y dulce en general, y hay que decir que tienen verdaderas exquisiteces. Una de las noches, después de cenar, a eso de las 11, decidimos buscar un sitio donde tomar algo antes de irnos a dormir, y encontramos una pastelería, llena hasta los topes de gente de todas las edades, tomando helados, pasteles, platos repletos de fruta, sirope y helado, etc... Por contra, no conseguimos encontrar ningún pub, por poner un ejemplo.

Ovos Moles, un dulce típico en Aveiro
Y lo que mas me ha flipado es la atención que te dan en cualquier tipo de comercio. Son exageradamente educados, se desviven por entenderse contigo y se esfuerzan por hacer las cosas lo mejor posible... vamos, igual que aquí. Excepto en contadas ocasiones, esa ha sido la tónica durante estos tres días.

Me ha parecido que hay muy pocos centros comerciales grandes, igual porque allí se compra mas en el pequeño comercio. Entrar un sábado por la tarde en un Continente (si, allí se llaman todavía así) y parecerte que es un lunes por la mañana no es algo a lo que estemos acostumbrados.

Continente un sábado por la tarde, prácticamente vacío
Como ha pasado siempre, el café en Portugal es (como dice Ali G :) «de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo superior», lo tomes donde lo tomes. Es una compra obligada para tener en casa, siempre y cuando te guste el café, obviamente :). Y respecto a la cerveza, decir que el mercado industrial se lo reparten dos marcas: Super Bock y Sagres. El precio medio de una lata o botella, es el doble que una industrial española, lo cual me parece una bestialidad. También descubrí un montón de cervezas artesanas portuguesas, de las cuales algunas volvieron conmigo, jejeje

Artesanas que volvieron conmigo a casa :-P
Y unas cuantas mas...
Resumiendo, decir que me ha llamado mucho la atención sobre todo los sitios mas turísticos, donde había una cantidad de gente y una actividad exagerada. De hecho, no recuerdo sitios así en España, donde creo que hemos perdido algo en lo que a turismo se refiere, es algo que no sabría  como explicarlo. Por lo demás, si pones en una balanza lo bueno y en la otra lo malo, lo bueno creo que gana con diferencia. Buen tiempo, buena atención, buena comida, buen café, paz y tranquilidad, playas, sol...

Volveremos... y muy pronto!

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