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viernes, 19 de mayo de 2023

(Receta) Patatas fritas de boniato en freidora de aire


El boniato es algo que se ha comido en casa de mis padres desde que me acuerdo. Mi madre lo cocía, lo cortaba en rodajas, ponía un par de ellas en un plato y espolvoreaba por encima con canela y azúcar, y no sería capaz de describir su sabor, porque la combinación del boniato con el azúcar y la canela es el trio perfecto. Si no lo has probado, no sabes lo que te pierdes.

El boniato, por hablar un poco de este tubérculo, ha sido comparado siempre con la patata, y bajo mi humilde opinión ha quedado relegado a un segundo plano por su sabor dulce frente al de la patata, lo que lo hace combinar peor con guisos, terreno donde la ganadora indiscutible es la patata. Además, otra cosa que he observado es que el boniato está muy presente en determinadas zonas, como pueden ser Andalucía y Canarias, mientras que en otros lugares es apenas conocido y utilizado. En Portugal también es muy frecuente, llegando incluso a encontrar bolsas de batata frita, en lugar de patata, y si, me refiero a los chips de aperitivo de toda la vida.

En general, es mas saludable y aporta mas vitaminas que la patata, además de tener un menor índice glucémico que ésta, lo que lo hace mas idóneo para personas con diabetes.

Bueno, una vez explicado esto, el otro día se me ocurrió preparar el boniato de una forma en la que nunca lo había hecho: como si fuesen patatas fritas y además, en la freidora de aire. Así que vamos al lio:

Ingredientes (para 3 personas):

  • 1 Boniato mediano
  • AOVE
  • Sal y pimienta
  • Ajo en polvo
  • Cebolla en polvo
  • Pimentón dulce o picante

Preparación:

Empezaremos pelando el boniato y cortándolo en bastoncitos, procurando que éstos no sean muy gruesos. 



En un recipiente de plástico apto para el microondas, colocamos las tiras de boniato, tapamos y llevamos al microondas durante 4 minutos a tope de potencia. Si habéis pensado en cocerlo, no es buena idea, ya que el boniato absorbería mucha agua y se rompería al manipularlo. Pasado este tiempo, moveremos los boniatos, y volveremos a poner otros 3 minutos. Estos tiempos son orientativos, pero en definitiva, se trata de que las tiras de boniato queden casi cocidas del todo, y digo casi, porque si se nos pasan, no podremos manejarlas sin que se rompan, y eso no es lo que buscamos.

Cuando las tengamos en el punto que he explicado, ponemos un par de hojas de papel absorbente de cocina en la encimera por ejemplo, y las distribuimos para que se enfríen y a la vez pierdan parte de la humedad que tienen, y las dejamos así 5 minutos.


En un bol, colocamos las tiras de boniato, y ponemos las especias al gusto, junto a un pequeño chorreoncito de AOVE, y mezclamos bien para que las especias lleguen a todas ellas.


Ahora, ponemos en el cesto de la freidora de aire, distribuyéndolas bien por el fondo, y le damos caña a 200 grados, durante unos 20 minutos. A mitad de tiempo las sacamos y le damos un meneo, y para adentro otra vez. El tiempo, de nuevo, es variable, así que tendrás que estar atento para que no se quemen. Cuando cojan un bonito color dorado (estarán mas oscuras que cuando las metimos), será el momento de sacarlas.

Y hemos terminado. Las puedes utilizar de acompañamiento de cualquier otra cosa con la que hubieras usado patatas fritas. Pruébalas y me cuentas!


lunes, 15 de mayo de 2023

Restaurante chino "El rey del pato laqueado" (León)

Foto tomada de la página del Restaurante


Justo a la espalda del centro comercial "León Plaza" (en León, como se puede suponer :) hay un restaurante chino que ha cambiado de nombre por lo menos tres veces en los últimos cinco años. Hay que decir que cuando se llamaba "Wasabi" (antes de que lo cambiaran de nuevo esta última vez), tenían un menú diario que merecía mucho la pena, y a muy buen precio. 

Recientemente, dando una vuelta por la zona, me llamó la atención que volvía a cambiar de nombre, pasándose a llamar en esta ocasión "El rey del pato laqueado", y la fecha de apertura era el día 1 de Mayo. Diez días después, hemos querido probar la especialidad de este local, el pato laqueado, que en verdad no es nuevo para nosotros, ya que lo hemos comido en alguna otra ocasión. 

A mi personalmente me recuerda mucho al cochinillo, sobre todo por la piel crujiente, que en el caso del pato, la consiguen pintando el mismo con melaza o miel, mientras se va asando, amen de otros aderezos, hasta obtener ese punto tan especial. 

En "El rey del pato laqueado" puedes comer a la carta, pedir un menú del día (entre semana) por unos 12 €, y si quieres probar la especialidad, el pato laqueado, puedes o bien encargar 1/2 pato o un pato entero, o elegir un menú especial donde el segundo plato es esta famosa receta china. Este menú fue el que pedimos nosotros. 

Por una parte, comentar que el restaurante está muy bien situado, ya que justo al lado está el centro comercial "León Plaza", donde se puede aparcar de forma gratuita durante dos horas, y al otro lado, está el edificio de la Junta de Castilla y León. En cuanto al local, es muy agradable, con una decoración acorde al país que representa, y moderno. 

El menú de pato laqueado empieza con unos b, entrantes que no sirven individualmente, sino que van al centro de la mesa en una bandeja alargada, desde donde cada comensal va cogiendo lo que desee:


De izquierda a derecha tenemos dimsun variados ( 2 por persona) en una vaporera, empanadillas gyoza (2 por persona), rollitos de primavera (1 por persona) y pollo almendrado (un par de filetes cortados en tiras). Detrás se pueden ver las salsas que acompañan los entrantes.

Al ponernos estas entradas lo primero que pensé es que igual no iba a ser el menú que esperábamos, sobre todo porque al ir todo junto tal y como lo sirvieron, no tardamos mucho en dar buena cuenta de ello.

Tras las entradas, retiraron platos y cubiertos (incluidos los palillos chinos), y un camarero se acercó a la mesa con un carrito donde llevaba el pato laqueado, que fue cortando en pequeñas rebanadas con un cuchillo tipo hacha china. De esto no hice foto porque no me pareció oportuno, ya que podía no parecerle bien al camarero. Fue colocando todas esas pequeñas rebanadas en una fuente, hasta que terminó por retirarse con el carrito. Por lo que pudimos ver, quedó bastante carne en las piezas de pato, pero imagino que fue cortando hasta que consideró que era la cantidad correcta para los tres que estábamos comiendo. 

Como acompañamiento para el pato, elegimos tallarines al wok (la otra opción era arroz de la casa), pero que no eran tallarines, sino espaguetis normales y corrientes, eso si, estaban espectaculares.


Junto al pato, nos dejaron en la mesa una vaporera con unas finas tortillas de arroz (supongo), y una bandeja con varios toppings: una salsa dulce y tiras de pepino y de cebolleta.

El camarero, cuando nos sirvió el pato, nos preguntó si era la primera vez que comíamos pato laqueado, y al decirle que no, nos explicó que se preparaban poniendo un par de trozos de pato sobre la tortilla junto a un poco de salsa y pepino y cebolleta, se cerraba y se comía de un par de bocados.



El pato estaba impresionante, y junto a la cebolleta y la salsa, aun mas si cabe. Y los tallarines estaban a la par, ya que las verduras estaban salteadas en su punto justo, y tenían un sabor a parrilla que les daba un punto extra de sabor.

Tras empezar a prepararnos las tortillas con el pato, volvió el camarero con un plato con los huesos del pato sobrantes ya cortados, porque siempre hay quien le gusta la parte del hueso. 



El postre tengo que decir que no estaba a la altura, ya que esperábamos algo mínimamente casero (o diferente). Con unos mochis lo habrían bordado, pero la cosa quedó en bolas de helado, flan, la famosa tarta Comtessa (ahora conocida como Viennetta). Y eso si, al final te invitan a un chupito, lo que es todo un detalle :).

El precio del menú de pato laqueado cuesta 22 euros, pero eso si, SIN LAS BEBIDAS, Bajo mi punto de vista, es algo que si no has probado (el pato laqueado, se entiende), debería hacerse aunque fuese solo una vez. Quizás sea un poco caro, ya que se puede acercar a los 25 o 27 euros al añadirle la bebida, pero por la experiencia creo que merece bastante la pena.

lunes, 8 de mayo de 2023

En busca de la hamburguesa perfecta



Hay cosas que tenemos tan normalizadas que cuesta mucho plantearse tan siquiera un cambio, y para explicarlo puedo poner un ejemplo muy sencillo: las pizzas. Estamos tan acostumbrados a comer pizzas tan exageradamente cargadas de ingredientes, que cuando nos plantean la posibilidad de comernos una con tan sólo queso, tomate y albahaca (lo que viene siendo una napolitana clásica) se nos pone esta cara:



Y muchas veces, es la sencillez lo que nos trae la excelencia, o por lo menos es la conclusión a la que estoy llegando. Tendemos a sobrecargar de sabores, toppings y elementos varios platos que, si los reducimos a la (casi) mínima expresión, a la (casi) base misma, no hacen más que ensalzar la materia prima protagonista de muchas de estas recetas.

Y en los últimos años, he ido viendo como ha cambiado la forma en que me gusta comer una hamburguesa. Para que esto suceda, tuve que probar una buena hamburguesa, y no, no nos basta con las típicas marcas conocidas de comida rápida, que por otra parte están muy bien y son alternativas para cuando, esporádicamente, no tenemos tiempo o estamos viajando, y nos solucionan una comida rápida. Nos tenemos que ir al siguiente nivel.

Así que cuando pruebas una buena hamburguesa, te das cuenta enseguida que el secreto está en la carne, y que sobran la mayoría de los aderezos, aunque claro está, todo esto depende de los gustos personales de cada uno.



La forma en que preparaba antiguamente las hamburguesas caseras siempre era siguiendo las mismas pautas: mezclando carne picada (sin pararme a mirar de que tipo), añadirle un poco de pan rallado (o similar), huevo (para que ligase todo bien), y especias al gusto.

Pero no dejan de ser hamburguesas mediocres. Porque en el momento que pruebas una hamburguesa con carne de verdad, todo cambia. Hace años, había un sitio en León, el American Beer, donde probé por primera vez una burger en la que la carne destacaba sobre el resto, y ese sabor no se te olvida fácilmente. Y hace muy poco, en uno de nuestras bajadas a Granada, quisimos probar en una cadena de hamburgueserías que no conocíamos, Five Guys, y es que siempre que pasábamos por delante, había colas muy respetables para entrar, y nos produjo curiosidad.

Y volvió a suceder lo mismo que en aquella hamburguesería de León, que el sabor de la carne nos dejó totalmente flipados. Y fue a raíz de ese día, que me propuse encontrar la combinación perfecta de carnes para mis hamburguesas caseras.

Desde entonces, he ido probando diferentes cortes de carne, normalmente de ternera: aguja o falda normalmente. El truco es elegir un corte que tenga un poco de grasa, que es lo que le da ese punto a la hamburguesa. Lo de la falda lo encontré por ahí, en alguna publicación donde explicaban que el corte de carne mas usado por los yankis para sus burger era el brisket, que traducido a nuestro idioma, es la falda

Cierto es que salen un poco mas caras que si compras las hamburguesas envasadas que venden en los supermercados, pero solo os recomiendo que leáis los ingredientes de éstas, y que probéis para ver la diferencia de sabor entre unas y otras.

Para ir terminando, también ha cambiado la manera en la que formo las hamburguesas. Antes las aplanaba y las congelaba con esa forma, y en cambio ahora, las hago bolas de unos 75 gr. cada una, y las congelo tal cual. Luego, a la hora de montarla, las aplano justo antes de entrar a la plancha (a este sistema se le conoce como 'smash burger'), y utilizo dos bolas por cada hamburguesa. Aquí os dejo un video explicando cómo hacerlas:



El pan también es importante. Si os fijáis, en muchos sitios ya ponen por sistema bollitos de pan brioche, en lugar de pan casero o el pan típico con sésamo. Yo suelo utilizar normalmente el llamado 'pan cristal', que es bastante ligero y no llena mucho, y ocasionalmente, uso pan brioche.

Sin darle mas vueltas, os animo a que os acerquéis a vuestra carnicería de confianza, pidáis carne de ternera de cualquiera de las dos variantes que he comentado (o la que prefiráis), y probéis.

lunes, 10 de abril de 2023

Yo pensaba que estas cosas ya no pasaban al comer en un restaurante...

Foto de Eduardo Ferreira

Estos días hemos estado en la zona de Esposende y Marinhas, en Portugal, pasando tres días y dos noches en un alojamiento Airbnb. Sobre éste, poco que decir, estuvimos muy tranquilos, teníamos piscina y todas las comodidades en la casa. Elegimos un Airbnb con la idea de poder comprar y hacer la cena en la vivienda, aprovechando el resto del día para salir y conocer la zona, así como comer al medio día en algún restaurante cercano.

El último día, una vez dejamos el alojamiento, teníamos todo el día por delante, así que decidimos visitar Vila Nova de Famaliçao y después dirigirnos a Guimarães, donde buscamos un restaurante típico de comida casera, pero que por desgracia, estaba cerrado. Estando en la puerta de éste buscando alternativas, nos topamos con una camarera que nos ofreció comer en el restaurante Taberna D'Avó. Como aparcar por aquella parte de la ciudad resultó un tanto complicado y al consultar en Google la valoración de este local vimos que tenía un 4,7, decidimos no mover el coche y acercarnos hasta la citada Taberna. 

Entramos y nos sentamos, y muy amablemente, la chica nos empezó a explicar en que consistía la carta, mientras nos iba enseñando los distintos platos señalándolos en la susodicha carta. Hacía mucho hincapié en los PETISCOS (lo que vienen siendo tapas), y luego nos explicó que solo tenían dos platos principales: bacalao y carne. Esto último no nos extrañó, porque ya lo hemos visto en algunos de los sitios que hemos comido.

Entonces, nos cogió nota de la bebida y se fue, llevándose la carta. A los pocos minutos, volvió con las bebidas y esa tapa típica que suelen poner y que la gente primeriza piensa que es gratis, pero que no lo es. De hecho, si no la tocas, la retiran y no te la cobran (que fue lo que hicimos nosotros 10 minutos después). Y en ese momento nos dejó OTRA carta, para que decidiéramos que íbamos a pedir. Y aquí es donde viene la gracia del asunto: en lo que tardó en ir a por las bebidas y volver, modificaron los precios de varias cosas en la carta, con un bolígrafo y sin cortarse ni un pelo. 


En la foto se puede ver lo que modificaron, subiendo 2 euros el precio de uno de los dos platos principales, en 50 cts. el de algunas tapas, y alguna otra cosa mas. El descaro con el que lo hicieron nos hizo pensarnos si levantarnos de la mesa y buscar otro sitio, pero al final, dada la hora que era, optamos por quedarnos, pero no pedimos ningún entrante, solo la bebida que ya habíamos pedido, y un plato cada uno. Además, estuve a punto de decirle lo que me parecía eso que habían hecho, pero al final pasé, preferimos comer y largarnos lo antes posible.

A la hora de pagar, resultó que tampoco admitian pago con tarjeta, algo que a las alturas que estamos me parece vergonzoso. Menos mal que llevaba efectivo, y pude pagar. Aun así se lo dije y me respondió con que eso era muy común en Portugal. Y por último, cuando trajo la nota, que por cierto era a mano y en plan compadre, habían tachado la tapa que dijimos que nos retirase, pero ni siquiera se molestaron en hacer una nota nueva para que no se viera el tachón. Encima, tenían menos luces que el dormitorio de un topo.


Una vez, dicho esto y respecto a la comida, tengo que decir que el bacalao estaba muy bueno, era un buen trozo de lomo, con patatas y verduras. 


En fin, que a fecha de hoy me parece una vergüenza que haya todavía sitios que hagan tejemanejes de este tipo cuando detectan a alguien de fuera al entrar a comer en su local. En este caso, el tiro les salió por la culata, por que llevamos ya unos pocos de años moviéndonos por este país, pero estoy seguro que mas de uno ni se dará cuenta. 

Apuntad el nombre por si estáis por la zona!.


lunes, 20 de marzo de 2023

Vaporera de bambú



Aquí está mi última adquisición: una vaporera de bambú (zhēnglóng en chino). Si, se que hay ollas que incorporan una parte superior con esta función, y si, también se que hay vaporeras eléctricas, pero que queréis que os diga, siempre me han molado las de bambú por varios motivos: me parece que son bastante prácticas, son baratas, las puedes usar con cualquier olla (del diámetro correcto, obviamente) y con un wok, no necesitan electricidad para funcionar...

Llevaba bastante tiempo detrás de una de estas, porque las dos últimas veces que he tenido que preparar algo al vapor me ha tocado sacar la vaporera de la Mambo, y además de tenerla guardada en un armario (es un armatoste), tengo que mover un montón de chismes para sacarla y ponerla a funcionar.

Así que hoy he ido a mi supermercado chino de confianza (el único que hay por aquí) y la he comprado. De 20 cm. de diámetro y con dos "plantas" me ha salido por 16 euros. Hay otros modelos más baratos, pero son de peor calidad.



Como siempre he tenido la duda de si hay que hacerles algún tratamiento a las cosas de bambú, como por ejemplo las tablas de cortar, he investigado un poco, y al parecer no es necesario hacerles nada especial, en el caso de la vaporera, únicamente mojarla antes del primer uso e intentar evitar guardarlas estando húmedas o mojadas.

Ahora toca decidir con que lo estreno, pero el candidato con mas fuerza es el pan bao 😋.

viernes, 24 de febrero de 2023

El eterno dilema de las tapas

Como ya sabéis aquellos que me seguís, soy de Granada pero vivo en León, concretamente desde hace trece años. A esos trece habría que añadirle otros siete que estuvimos en viviendo en Lanzarote justo antes de venir a León, así que llevo fuera de mi tierra la friolera de veinte años.

La tapa existe en Granada desde 1900 y poco, pero de aquellas se la denominaba "tapadera", ya que se ponía inicialmente solo con el vino para evitar que el aire lo estropeara. Fue más tarde cuando se utilizó el término "tapa".

En Lanzarote no hubo suerte, y las tapas había que pagarlas, algo a lo que nunca me acostumbré. Y en León, por suerte, al igual que Granada, también existe la costumbre de poner tapa con cada consumición.

Pero tengo que decir que nada tienen que ver las tapas de un sitio con las del otro, y no voy a entrar a explicar dichas diferencias, porque el motivo de esta publicación es otra.

No es la primera vez (ni será la última) que me encuentro en algún bar de León carteles colgados con frases del tipo: "La tapa es un regalo de la casa, no se exige ..." y por el estilo. Y como vengo de donde vengo, me entra la risa en esas ocasiones.

No es tampoco la primera vez que comento este tema con gente de León, y siempre les digo lo mismo: yo no voy a un bar a contemplar los cuadros que tengan colgados, ni porque el camarero me caiga bien (caso este último que en alguna ocasión puede darse), sino que voy a tomarme una caña CON SU TAPA

Así que para mí, el valor de un bar está en las tapas que ofrece, que es lo que he hecho toda mi vida, en lo que me baso para ir a un sitio o a otro y es como funciona este tema en Granada.

Y el otro día me encontré un cartel en un bar de León, que por cierto es famoso por sus tapas de callos, mollejas, hígado encebollado, oreja, morro y similares, y me faltó levantarme y aplaudir cuando lo leí:

"UN LIBRO NO SE  PUEDE JUZGAR POR SUS TAPAS, UN BAR SI"



👏👏👏👏👏👏

Y si alguien que lea esto no está de acuerdo, le invito a pasar por Granada y ya después si eso, volvemos a comentar el tema.

Nada más que añadir, señoría.

Bar Restaurante El Sardón (Caboalles de Abajo, León)




Este pasado fin de semana aprovechando que todavía había nieve en algunas zonas de León, quisimos pasar el sábado dando una vuelta por las Comarcas de Luna, Babia y Laciana, y teníamos reserva para comer en un bar que nos habían recomendado, "El Sardón", en Caboalles de Abajo.

No salimos lo que se dice temprano de casa, así que cruzamos la zona de Luna prácticamente sin hacer paradas, más que unos minutos para hacer unas fotos en el Embalse de Luna, que estaba espectacular con la nieve y además su superficie parecía un espejo, como podéis ver en la foto.



De allí fuimos directos al restaurante, al que previamente había llamado para reservar unos días antes. Cuando lo hice, me atendió una mujer, y me estuvo informando de que el menú se componía de embutido y lacón como entrantes, y pulpo a la gallega como plato principal. Este último era el motivo de ir a comer a este restaurante y no a otro, a probar el pulpo que, según nos dijeron, era la especialidad de la casa.

También me informó de que el precio había subido de los 28 € que costaba, a los 30 que cobraban ahora debido a la subida de precios generalizada. Vamos, lo que está ocurriendo en todos los sitios. Ese precio, me comentó, lo incluía todo: bebida, postre, café y la comida, lógicamente. Así a priori, me pareció un poco excesivo, y mas teniendo en cuenta que no estás en el centro de León, pero como la mejor forma de opinar sobre algo es probarlo, reservé sin mas complicaciones para ir sobre seguro.

Nada mas llegar y entrar, lo que me llamó la atención es que el restaurante aparentaba cualquier cosa menos la de un sitio donde el menú te cueste 30 €. Es un local extremadamente pequeño, con una distribución curiosa, ya que hay 3 o 4 mesas nada mas entrar, y cruzando todo el ancho del bar, una barra que separa el espacio inicial de un mini comedor con otras 4 mesas, para 4 personas cada una como máximo, pero de las que en realidad solo 3 estaban habilitadas, la cuarta, se usaba como mesa de apoyo para platos y demás utensilios.

Nos sentaron en el pequeño comedor, y en la mesa ya estaban el lacón y el embutido tapados con un papel de aluminio que quitaron cuando nos sentamos. Pedimos las bebidas, refrescos y agua, y nos trajeron una generosa cesta de pan, donde había pan blanco de barra, y pan de centeno de hogaza. 



Tanto el lacón como el embutido, no tenían nada de especial, mas bien al revés. El lacón tenía unas vetas de grasa muy chungas, y en el caso del embutido, estando en una zona de montaña como estábamos, que te pongan jamón del que se compra en cualquier super, y que el chorizo sea de tipo "Revilla" no deja de sorprender.

Respecto al pulpo, eso si son palabras mayores. Como se puede observar en la foto, la ración de pulpo era exageradamente grande, y nos costó terminarla, todo hay que decirlo. Estaba muy suave, muy bien cocinado y los trozos eran generosos. Además, los cachelos estaban en su punto, y el aceite de oliva virgen extra que habían usado estaba de escándalo. Pedimos una copa de ribeiro para acompañar el pulpo, y nos dejaron la botella por si queríamos repetir.



Resumiendo, un diez para el pulpo. Me llamó la atención que en el pequeño comedor llegaron a estar ocupadas las tres mesas disponible, la nuestra de 3, había otra de 2 y la última de 4 personas. Y curiosamente, las raciones de pulpo nos parecieron todas del mismo tamaño, ya fuesen para 2 como para 4 personas, o con diferencias apenas perceptibles.

Por último, los postres, entre los que había flan, tarta de limón, tarta de la abuela, fruta, etc. Nosotros pedimos los tres tarta de la abuela. Estaba bien, pero tenia una capa superior de chocolate que parecía plasticosa, que para mi gusto, le sobraba. Las raciones, como con el pulpo, eran cada una de su padre y de su madre.



En general, creo que el precio es bastante excesivo para la calidad de parte del menú, ya que lo único que, para mi, justifica comer en ese restaurante es el pulpo. No es un sitio al que volvería por ese motivo, y mas teniendo en cuenta que se encuentra bastante lejos de León.

Para terminar, decir que terminó cobrándonos el menú a 28 €, cosa que tampoco comprendí.

viernes, 17 de febrero de 2023

Restaurante Hospedería El Ventorro (Alhama de Granada, Granada)



Unas entradas mas atrás comentaba que esta Navidad pasada bajamos a Granada a pasar Nochevieja y Reyes, y además de pasar un día en Jaén (donde comimos en el Restaurante Mexicano Machito, aquí puedes leer la reseña que escribí) hicimos una escapada de dos días a una Hospedería situada en un pueblo llamado Alhama de Granada y que está a unos 60 km. de Granada capital. Se trata de un alojamiento rural donde cuentan además de con un restaurante, con alojamiento en cuevas y baños árabes

Respecto al alojamiento y a los baños árabes poco hay que comentar, pero donde si me quiero centrar en esta ocasión es en el Restaurante El Ventorro, donde comimos aprovechando nuestra estancia en la Hospedería.

Se trata de un restaurante típico, con platos de la zona y guisos tradicionales. Hacía bastante tiempo que no comíamos tan bien como en esta ocasión (al menos yo), ya que había algunas cosas que hacía muchísimos años que no probaba, y que no se encuentran fuera de Granada.

Teníamos reserva a las 2 de la tarde, y a esa hora apenas había un par de mesas ocupadas. Lo que no imaginaba es que se iba a poner como se puso, porque a eso de las 3, el restaurante estaba totalmente lleno

El restaurante era muy acogedor, y como hacía algo de frío, tenían encendida la chimenea, pero en modo "decoración", como se puede comprobar en la foto. El resto de detalles, son los típicos de una zona rural.



Tras echar un vistazo a la carta, nos decidimos por pedir, para empezar, una "ensalada de naranja", cuyo nombre en realidad es "remojón", un plato de origen árabe y que es muy típico en Andalucia Oriental que se elabora con bacalao desmenuzado, pimientos asados, aceitunas negras, cebolla y como ingrediente estrella, la naranja


Ensalada de naranja, también conocida como remojón

Este es uno de los platos que había olvidado, y que me trajo un montón de recuerdos. Una ensalada super completa y muy refrescante gracias a la naranja, ácida y salada (por el resto de ingredientes) a la vez, y con un punto extra de sabor gracias al espectacular aceite de oliva virgen extra.

Siguiendo al remojón, pedimos unas croquetas caseras, que venían acompañadas de unos pimientos de padrón. Y doy fe de que eran caseras y que estaban al par del remojón, muy bien elaboradas, y con un sabor y textura impresionante.

Croquetas caseras con pimientos de Padrón

Como plato principal pedimos "el amo del gañán", y que no deja de ser una variante del super conocido "plato alpujarreño", pero con algunas diferencias. En este caso, estaba compuesto por chorizo y morcilla, un par de huevos fritos, papas a lo pobre, y un taco de lomo de orza, esta última otra receta típica del sur que consiste en freír en manteca de cerdo (a fuego lento) unos tacos de lomo de cerdo que previamente han sido marcados en una sartén. La forma de conservar estos tacos de lomo era en orzas de barro, junto a la manteca, que al enfriarse se solidificaba, conservando así el lomo durante bastante tiempo. 

Amo del gañán, un nombre para un plato cuando menos, curioso

Terminado el plato principal, llegaba el turno de los postres. Por un lado, unas "natillas caseras" (pero caseras de verdad) y que en lugar de la típica galleta, llevaban una rosquilla con azúcar, y por otro, otra especialidad andaluza, el "requesón con miel", pero en esta ocasión, con miel de caña. 

Natillas caseras, con una rosquilla en lugar de galleta

Requesón con miel... ¡de caña!

Ambos postres, al par del resto, impresionantes, y el requesón fue una sorpresa, porque yo estoy acostumbrado a usar miel de abeja normal en lugar de la de caña, y tengo que decir que me he hecho muy fan de esta nueva combinación.

Para acompañar la sobremesa, después del café, tomamos un gin tonic de una ginebra también granadina, Ginevia, cuya característica principal es su estridente color verde que le ha sido otorgado gracias a las hojas de estevia que se producen en la misma Alhama de Granada, además de llevar como botánica, hierbabuena. El resultado, un sabor muy muy curioso y casi adictivo, así que no me quedó otra que traer alguna botella para casa conmigo.



Lo cierto es que salimos muy contentos, porque hoy día ya no es tan sencillo encontrar sitios, incluso rurales, donde se coma bien, y este, es uno de ellos.

Por lo tanto, en el hipotético caso de que estéis por la zona, os aconsejaría comer en "El Ventorro", eso sí, no dejéis de reservar con antelación.

jueves, 2 de febrero de 2023

(Receta) Champiñones con langostinos al ajillo


Como otras muchas recetas que voy probando, esta ha llegado para quedarse. Y es sencillamente porque entra dentro de las que considero sencillas, rápidas de preparar y sobre todo, muy muy buenas.

Siento no poder compartir el enlace original, pero es que en esta ocasión la receta la encontré en un video corto en Facebook, y no lo guardé.

Y ahora, entrando ya en materia, estoy seguro que los champiñones o las gambas al ajillo es uno de los platos mas elaborados en este país, ya que se trata de una ración típica que podemos pedir en casi cualquier bar o restaurante. Pues en esta ocasión hemos juntado ambos elementos, champiñones y langostinos (en lugar de gambas) y le vamos a dar un toque diferente añadiendo leche evaporada a la ecuación, y creedme que el resultado es impresionante.

En lugar de gambas he utilizado colas de langostino crudas (sin cocer), compradas en el Mercadona. Vienen en una especie de bandeja, y aunque no recuerdo el peso, calculo que deberían ser como unos 150 o 200 gr. (peso congelado).

Ahora si, ¡poneos el delantal y vamos para la cocina!

Ingredientes (para 3 personas):

  • 1 Bandeja de Champiñones enteros
  • 1 Bandeja de colas de Langostinos congelados crudos del Mercadona 
  • 4 o 5 dientes de Ajo picados
  • AOVE
  • Perejil picado
  • Sal y Pimienta
  • 4 o 5 Cayenas enteras secas (o en polvo, en su defecto)
  • Vino Blanco
  • 200 ml. De Leche evaporada

Preparación:

Empezaremos por cortar los champiñones en 4 o 6 trozos en lugar de laminarlos (dependiendo del tamaño de los champis).

En una sartén, poner los champiñones SIN ECHAR ACEITE, añadimos un poco de sal, removemos y tapamos la sartén. Saltear, removiendo de vez en cuando, hasta que los champis suelten el agua y se haya evaporado casi toda.

Ahora echamos un chorreón de AOVE, removemos, y añadimos los langostinos (yo los he echado congelados) y ponemos un poco de pimienta. Removemos durante un par de minutos, y añadimos el ajo picado, las cayenas partidas por la mitad y el perejil. Removemos durante 3 o 4 minutos.

Recién añadida la leche evaporada

Es el turno de añadir un chorreón de vino blanco, mezclamos y dejamos que se evapore el alcohol, momento en el que incorporaremos la leche evaporada. Yo no eché el brick de 200 ml. entero, faltó un poco, pero según pude comprobar al finalizar la receta, podía haber añadido los 200 ml. perfectamente.

Haciendo chup-chup, ¡camino del éxito! :))))

Mezclamos bien, y dejamos a fuego medio que la salsa coja la consistencia adecuada.

Y así de sencillo, ¡ya tenemos unos champiñones con langostinos al ajillo para chuparse los dedos!


martes, 17 de enero de 2023

Restaurante Mexicano Machito (Jaén)


Este año hemos conseguido cuadrar una semana (del 30 de Diciembre al 7 de Enero) para pasarla en Granada, y hemos estado allí Nochevieja y Reyes. Hacía bastante que no bajábamos en estas fechas, y la verdad es que ha sido una desconexión total del día a día.

Han sido unos días tranquilos, pero hemos aprovechado para hacer un par de salidas por allí.  Una de estas salidas fue a Jaén, que se encuentra a unos 93 km. de Granada, aproximadamente a una hora en coche. Si bien es cierto que Jaén es una ciudad pequeña, tiene su encanto. Un paseo por sus calles no te dejará indiferente, y la Catedral es digna de ver.

Y ese fue el primer sitio que visitamos nada mas llegar, la Catedral, a eso de las 12 de la mañana. Dimos un paseo por la zona después de intentar (sin éxito) aparcar el coche en la calle (tuvimos que dejarlo en el parking privado San Francisco Centro, situado en el Mercado de San Francisco. Desde ahí, recorrimos a pie los alrededores.

Cuando quisimos darnos cuenta, eran las 13:30, y nos habían recomendado un restaurante por la zona, al parecer muy solicitado y donde no era fácil encontrar mesa: Machito, un mexicano. De hecho, intentamos reservar de camino a Jaén, pero fue imposible, y es que al parecer, este restaurante no admite reservas. Su horario de apertura es a las 13:30, y una vez se llenan las pocas mesas que tiene (doce), la gente que va llegando coge número (como en la charcutería) y ha de hacer cola en la puerta hasta el momento en que son llamados.

Tuvimos la gran suerte de llegar cuando todavía quedaban algunas mesas libres, prácticamente recién abiertos, así que solo tuvimos que elegir una y sentarnos. Nos explicaron el sistema que tenían, y la verdad, no termino de entenderlo muy bien, a ver que opináis vosotros. El local es extremadamente pequeño, las mesas son muy muy pequeñas, y prácticamente estábamos todos apelotonados, espalda con espalda con las mesas de alrededor, quedando unos pequeños pasillos para poder acceder a las mesas.


Nada mas sentarte, te tienes que dirigir a un mostrador que hay a la derecha, junto a la puerta de entrada, y allí una chica te toma nota de lo que quieras pedir. El sistema de colocar las cartas, me pareció simpático. Estas colgaban por encima de cada mesa, atadas a una cuerda y con un pequeño contrapeso al otro extremo, de forma que sólo tenías que coger la carta (enmarcada como un cuadro), tirar de ella, leerla, y una vez terminado, soltarla para que ésta volviera a quedar suspendida por encima de nuestras cabezas.
Carta

Carta

Como iba diciendo, una chica te toma nota de la comida y la bebida, y te sirve esta última para que tú mismo te la lleves a la mesa, además, te avisa que, cuando tus platos vayan estando listos, en el mostrador que hay justo a su izquierda, un chico avisa con el nombre de la mesa en voz alta para que te levantes y vayas a por el plato. Cada mesa tiene un nombre, a nosotros nos tocó la YUCATÁN, y cada vez que oías ese nombre, tenías que levantarte e ir hasta el mostrador a coger lo que fuese.

No te dan platos individuales (de hecho, es que no cabrían en las mesas junto a los platos que pides), solo servilletas, y resulta bastante incómodo porque casi todo son elaboraciones tipo taco o burrito, y la salsa suele acabar poniéndote perdido.

Cuando nombraron nuestra mesa, fuimos a por el plato, cruzando el pequeño comedor sorteando las mesas y a la gente apelotonada. A esas alturas, en el exterior de local ya había un buen grupo de gente esperando su turno para sentarse a comer. 

Respecto a la comida, sinceramente no la considero comida mexicana, sino mas bien adaptaciones de recetas que han elaborado de tal forma que guste a casi todo el mundo, vamos, un recurso que hoy usan muchos locales y que se conoce como FUSIÓN. Prácticamente la totalidad de los platos se sirven con tortillas de trigo (ni siquiera de maíz), y es comida jugosa que está muy buena, pero como digo, dista bastante de la comida mexicana. Pedimos un plato llamado Jefes, que al parecer era bastante famoso, y doy fe por que mientras estuvimos allí, un 30 o un 40 por ciento de los platos que salían del mostrador eran Jefes. No era ni mas ni menos que un sándwich de pollo con una especie de salsa rosa, cortado en cuatro, y con las esquinas mojadas en una salsa roja, acompañado con una especie de guacamole en el centro del plato. ¿Qué si el sándwich estaba bueno?, si, lo estaba, pero era eso, un sándwich sin mas.

El plato estrella (al parecer) del restaurante: Jefes.

Chilaquiles

Cochinita pibil, la verdad es que una decepción. Era carne en salsa desmechada, sin mas.

Enchilada verde, muy parecido a los chilaquiles, pero con algo mas de queso

El resto de platos, como se puede ver en las fotos, eran muy similares entre si, lo único un poco diferente fueron las quesadillas, que eran dos tortillas con queso en medio y cortadas en porciones.

Quesadillas con mole

De beber pedimos una michelada, y nada que ver con otras que nos han puesto en otros sitios, en su copa y con la mini botella de coronita a medio meter. Aquí era una granizada de limón hasta la mitad del vaso, y el resto, cerveza del grifo.

Por último, una cosa que nos pareció curiosa es que no tenían NI UN SOLO POSTRE en la carta. También hay que decir que el sitio no era muy caro, y eso es un punto a favor en lo que respecta a la relación calidad-precio.

En definitiva, ¿repetiría en este sitio?: la respuesta es NO, por muchos motivos (de mas importantes a menos):

  1. La comida no es mexicana.
  2. Si voy a un restaurante es para que me pongan y me quiten las cosas en la mesa, no para hacer yo todo el trabajo.
  3. Todos los platos son muy parecidos, demasiada tortilla de trigo.
  4. Mucha cola de espera si por lo que sea no llegas nada mas abrir.
  5. Comes muy apretado, en una mesa super pequeña, y pegado a las mesas adyacente.
Con que solo dos de estos puntos desaparecieran (obviamente de cuanto mas arriba de la lista, mejor), probablemente volvería, aunque sinceramente, no es una ciudad en la que pararía solo para comer en un restaurante concreto.